lunes, 14 de mayo de 2012

L´amuse Bouche en el Casino de La Laguna


En estos días tuvimos que organizar un evento familiar. Queríamos que fuera algo sencillo y en el centro de La Laguna. No había mucha opción disponible, así que no teníamos esperanzas de que lográramos nuestro objetivo.
Después de pedir presupuestos en varios sitios, estábamos in poco descorazonados: uno de ellos no estaba ni siquiera en el centro, pero nos pedían dos riñones por lo más sencillo; el otro se nos quedaba corto en espacio para lo que queríamos; el hotel más céntrico no terminaba de entender la sencillez de nuestra petición y nos añadían "extras" al menú.
Llegados a ese punto, un amigo nos recomendó preguntar en El Casino de La Laguna. Había una nueva gerencia en la restauración que había tenido bastante éxito. Les llamamos y comenzamos a concretar lo que queríamos. En seguida entendieron lo que estábamos pidiendo. Después de un par de ajustes, conseguimos el menú que queríamos. El precio era ajustado a lo que ofrecían, con lo cual, no lo dudamos mucho y nos confiamos en la experiencia de "L´amuse Bouche", gestores de la restauración del Casino de La Laguna.
Entre que la decisión fue tomada con tan sólo tres meses de antelación y la falta de tiempo, no tuvimos la oportunidad de probar la comida. La verdad es que nos lanzamos al vacío: no teníamos mucha opción.
Por suerte, ese día todo el mundo quedó encantado con la comida que se le ofrecía. El servicio también fue digno de mención: en todo momento estaban pendientes de asistirnos. En una ocasión como ésta, que todo saliera medianamente bien era una necesidad. Gracias a la gestión de "L´amuse Bouche", no tuvimos que preocuparnos sino de atender a nuestros invitados.
El Casino es un lugar emblemático en La Laguna. Es un edificio que está en el centro de la ciudad y de fácil  acceso. Si necesitan buen atendimiento y buena comida en el centro de La Laguna, acudir a "L´amuse Bouche" será su mejor opción. Sin duda alguna.

miércoles, 11 de abril de 2012

Españistán y Simiocracia

Del autor de Españistán:

 Llega.... Simiocracia!!!




No se lo pierdan... Se entenderá por qué España sigue como sigue... Falta el último capítulo, pero esperaremos que él lo sepa digerir para que podamos entender qué pasa en este país.

jueves, 5 de abril de 2012

El arte de Malvender


Hace muchos años estuve de visita por Barcelona con el que era mi novio americano. Kirk, que así se llama, decidió irse a unos grandes almacenes para comprar unas camisas. Al estar de turistas, nuestra vestimenta era cómoda para recorrer las calles tranquilamente. Como era de esperar, el chico no sabía otro idioma que el inglés, así que nos comunicábamos en esa lengua. Mientras mirábamos ropa para él, dos vendedores nos escanearon por todos lados. No paraban de criticar en español la forma que vestíamos, la clase... Mientras, yo seguía hablando con Kirk en inglés, discutiendo qué prenda le servía o no... Hasta que él se decidió por dos camisas. Me acerqué a los dos vendedores que nos habían criticado y les pregunté: "¿Tendría una talla mayor?"... La cara de los vendedores se les alargó hasta el suelo: ¡Les había entendido! Me imagino que en ese momento hubieran querido ser comidos por un dinosaurio. Tuvieron suerte y, al final, a pesar de todo, les compramos las camisas... Pero no creo que hayan cometido ese error nunca más.

El caso contrario pasó en una tienda de zapatos muy caros. El día que entré estaba en pantalones vaqueros, zapatos cómodos y una camisa de lo más normal. En ningún momento me sentí escaneada por las dependientas: siempre estuvieron muy atentas conmigo y acabé comprándome un par de zapatos, lo más caro que me he comprado en mi vida. Y fue una gran inversión.

El otro día me fui con una amiga a una tienda super-exclusiva. Quería ver qué trajes podían haber para mi hija para una celebración familiar: mi boda con mi pareja. Yo ya tenía previsto hacerme el traje con una costurera, así que no estaba preocupada por lo que me fuera a poner yo. Entramos mi amiga, su hija mayor, de tres años, mi hija y yo. Venus se quedó por fuera, como siempre. Las dos personas que estaban en la tienda especializada estaban al móvil. Decidimos que, mientras tanto, echaríamos un vistazo para averiguar por nosotras mismas a ver si veíamos algo para la niña. Llevábamos más de diez minutos esperando y nadie más había entrado. Cuando terminamos de esperar a que colgara uno de los dos, de ver el estilo de ropa que había y de haber decidido que no había nada para nosotros, le comenté a mi amiga: "Vámonos de aquí, podemos ir a Santa Cruz...". Cuando estábamos a punto de marcharnos, parece que el chico decidió colgar para atendernos: nos había escuchado. Luego también colgó ella y empezó a atendernos. En el momento en que se enteró que era para mi boda, me preguntó por mi traje. Cuando le dije cómo estaban los preparativos, se echó las manos a la cabeza. Todo lo que decía que había hecho era "un error". No paraba de intentar esgrimir sus motivos por los cuales estaba escandalizada por todo lo que le había contado. Mi amiga parece que se unió a la fiesta y me pidió que me probara uno de los vestidos que me ofrecían: la miré con cara de cordero degollado. No entendía nada: ¿No notaba que lo que quería era salir huyendo de allí? En fin, que me probé el vestido: no era mi estilo. Pero la dependienta no paraba de decir lo bien que me quedaba. No quiso oír nada acerca de lo que me gustaba: tan sólo valía su criterio. Al final le revolvimos la tienda hora y media y no compramos nada, tal como lo quería mi amiga. Según ella, se lo merecían. Y no le faltaba razón.

¿Qué falló?:

- Juzgar a tu cliente prospectivo por su aspecto antes de que abra la boca. En el peor de los casos, lograrás que se enfade y no te compre nada, a pesar de llevar encima una Visa Oro.
- No hacer caso del cliente prospectivo que va a ti a verte, seguir ignorándolo, aunque sea tan sólo por un minuto. Si alguien va a verte, tienes que dejar lo que estés haciendo, porque es tu preferencia número uno. El cliente te da de comer.
- Cuando no tienes la suerte de que tu cliente prospectivo va a ver lo que tienes que ofrecer, ir tú a por él. Una vez más, tu cliente te da de comer.
- No escuchar a tu cliente prospectivo en sus preferencias. Superponer tu criterio, a pesar de que esa persona quiera que escuches lo que tiene que decir.
- Intentar convencer a tu cliente de que todo lo que ha hecho está mal, que tus decisiones son las únicas válidas. Lo mejor es persuadir con psicología para que esta persona pueda entender tu punto de vista... quizá consigas que cambie de idea.
- Intentar convencer a tu cliente prospectivo para que cambie de opinión criticando todo lo que piensa, dice o hace, aún cuando tenga las ideas claras (aunque esté confundido según tu forma de pensar). Lo que conseguirás es que el cliente prospectivo se marche enfadado y escribiendo en un blog como éste lo pésimo que lo trataste.
- Dar prisa a tu cliente prospectivo para que se decida a tomar una decisión, aún cuando es más que evidente que tu cliente prospectivo dejará de serlo para ser una persona insatisfecha con el trato que se le ha dado. Además, no debes de parecer desesperado por vender: tienes que darle aire a tu cliente prospectivo. Puede que, ese día no te compre nada, pero es posible que más adelante decida requerir tus servicios.

Lo que hay que hacer, antes que nada, es escuchar a tu cliente prospectivo: sabiendo lo que le interesa, tienes una oportunidad única de saber cómo hacerle entender que, lo que le ofreces es verdaderamente lo que necesita. Si no, te aseguro que estás perdido: puedes gastar dinero en publicidad que, cuando tu cliente prospectivo llegue a ti, lo único que lograrás es espantarlo.

miércoles, 4 de abril de 2012

El complejo de Edipo moderno



Tengo una conocida que se va a divorciar. Llevan muchos años juntos, entre noviazgo y matrimonio; tienen una preciosa casa, un hijo maravilloso, han soportado los vaivenes de la vida juntos... pero hay una gran brecha que los separa: la mamá de él. Él está yendo al psiquiatra por otros motivos que no vienen a cuento. Confío en que el que le esté tratando note que hay algo que no funciona en su relación de pareja. "Martin McFly" prefiere estar con "Linda McFly", en vez de querer estar con "Jennifer Parker" y su hijo. Su hijo puede tener un espectáculo importante en el cole, que siempre será mejor ir de compras con mamá... Todo con tal de estar a su lado. Incluso la relación con su hijo es distante, como que ese niño no le "pertenece". Espero que la criatura no tenga secuelas en el futuro. "Jennifer" está hasta las narices de seguir remando sola en la relación pendiente de casa e hijo como si fuera una madre soltera. Siente como que está compartiendo su vida con un compañero de piso, más que con un amigo, amante... marido. Mejor sola, que no acompañada.

Hay otro ejemplo en el cual un hijo decide, muy valerosamente, que se va a ocupar de su madre, después de que ésta se haya divorciado de su marido. El hijo no sólo la apoya económicamente, sino también la acompaña los fines de semana a donde ella quiera. Sus dos hermanos tienen su vida independiente de su madre e incluso pareja e hijos... Él continua dedicando todos sus esfuerzos a mantener a su madre, que lo ha pasado mal en la vida criando a sus hijos prácticamente sola. No tiene tiempo de "escaparse" y hacer una vida "normal" (si eso existe): conocer a alguien , salir con gente de su edad, enamorarse... Es posible que su timidez tenga parte de culpa y que crea que él es el único responsable del bienestar de su madre. Lo que sí pienso es que esta relación más parece una de una pareja, la única diferencia es que no hay intimidad entre ellos.

El último ejemplo es la prolongación del anterior. En este caso, durante muchos años convivió un trío... un tanto extraño. Los padres nunca se separaron y "Martin" seguía viviendo con ellos. Con la connivencia de la madre, el hijo se comportaba como el padre hacia su propio padre: echándole la bronca por lo que hiciera mal, aunque fuera un señor mayor y no tuviera la agilidad de antaño. Mientras tanto, Martin favorecía a su madre, la mimaba en todos los caprichos que ella quisiera y le reía las gracias. Un día "George McFly" cortó sus ataduras con este mundo y dejó a Linda y Martin por fin solos. La convivencia fue la de una pareja, donde él iba a trabajar y ella se quedaba en casa haciéndole la comida, aún cuando ya él podía valerse por sí mismo. El dúo estuvo bien... hasta que, de nuevo, inevitablemente, se convirtió en un trío. Martin, después de sesenta años de soltería y de no conocerse pareja formal, encuentra a una persona de la que se enamora... Ya la madre no es la preferencia de su hijo, ya no es la esposa de su hijo: ha traído un amante a su casa... y encima no puede decir nada, porque... ¡es lo normal!

Aquí quien tiene la mayor culpa son las madres: una, porque acapara a su hijo aprovechándose de la necesidad enfermiza que tiene de ella; la otra, por hacerse la mártir, aprovecharse de la bondad de su hijo y no darle respiro para que haga una vida como un chico de su edad; la última, por no haber tenido una relación sana con su marido y permitir que el hijo tomara el papel de cabeza de familia a cambio de que se hiciera lo que ella quisiera. Lo malo es que ellas  y sus hijos no son las únicas que sufren las consecuencias: también están una esposa, un hijo, los otros hijos de esa madre (que han sido lo suficientemente "egoístas" para hacer su vida) y la pareja.

Quien diga que ya no hay Martin McFlys, se equivocan. Hay un país que los tiene a patadas: Italia... ¿Quién se atreve hacerle sombra a la "Mamma"?