domingo, 12 de junio de 2011

Cómo matar una ciudad

Para matar a una ciudad, necesitamos varios ingredientes:

- Grandes dosis de desidia.
- Conformismo puro.
- Ganas de lucro de la mejor calidad.
- Desinterés general.
- División de la población.
- Egoísmo en altas dosis.

También necesitamos varios agentes que produzcan la mezcla idónea para el propósito requerido:

- Población dividida entre dos o más ideologías, ya sea por convicción propia o inducida.
- La gran mayoría de empleados de las empresas del sector que mantiene esta ciudad trabajando como el típico funcionario: poco trabajo, pocas ganas de progresar y reciclarse, muchos años en servicio y muchas ganas de tener muchos beneficios.
- La mayoría de empresas del sector que mantienen esta ciudad que no invierten en amortizar sus bienes, tan sólo recogen beneficios a lo largo de los años y luego piden ayudas a las instituciones públicas.
- Las empresas dependientes del sector principal no hacen nada para destacar sobre las demás: ofrecen lo mismo en cada esquina a sus clientes.
- Medios de comunicación que vierten comentarios muy positivos sobre ciertas ideologías y muy negativos sobre las demás, induciendo a la población a pensar de una forma u otra.
- Entidades públicas que ayudan a estas empresas para que hagan los cambios/remodelaciones pertinentes, ofreciéndoles ayuda a costa de los ciudadanos, aún cuando éstas no han hecho un plan de amortización.
- Entidades públicas que no ayudan a algunas empresas a hacer cambios/remodelaciones, aún cuando han pedido permiso de obras.
- Políticos que, públicamente, comentan que no van a hacer nada por el sector que mantiene a esa ciudad, porque no lo entienden.
- Entidades públicas que crean comisiones para la mejora de esta ciudad y que no quieren ver o no entienden el problema real.

Con esto se consigue:

- Una población que no tiene futuro laboral.
- Los empleados que ven el problema y sienten que solos no pueden hacer nada, se trasladan a otras poblaciones donde sí hay iniciativa y cambio.... muy a su pesar, pero quieren progresar y seguir su vida.
- Las empresas terminan con unos clientes que, a pesar de la fidelidad a lo largo de los años, notan que los servicios que se le ofrecen son cada vez peores y que no vuelven, por descontento... o porque se mueren.
- Las empresas interesantes, que pueden ofrecer el cambio, no ven a esta ciudad como lugar para inversión.
- Los medios de comunicación dejarán de tener razón de ser, ya que no habrá nada que criticar (todo ya estará acabado).
- Los políticos no tendrán con qué, ni a quién gobernar.
- La ciudad se convertirá en fantasma y pronto nadie se acordará de su antiguo resplandor.